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MALÉVICH SIGUE SIENDO REVOLUCIÓN

  • A. Marrón
  • 23 abr 2019
  • 2 Min. de lectura

Autorretrato


Malévich ha sido para mí un fenómeno de atracción desde que descubrí el valor revolucionario sorprendente que su obra había tenido de un día para otro. En el comienzo del siglo XX, el arte mundial estaba asumiendo los cambios significativos que había traído el impresionismo y el derroche de color que los fauves volcaban en sus lienzos; esos primeros años vivieron también la reformulación cubista que Picasso y Braque iban a aplicar a toda figuración. Pero nada tenía el componente revolucionario que el ucraniano Kazimir Malévich (1879- 1935) utilizó para apartar de un manotazo todas las formas de imágenes reconocibles descubriendo un nuevo mundo: la abstracción total, o se acabaron de momento las formas identificables...


En la primera parte del siglo XX -fundamentalmente el periodo 1910/1920- Malévich y algunos colegas como Puni o Klium se sumaron entusiasmados a una nueva corriente que denominaron suprematismo: el nuevo realismo pictórico. Era una sorpresa simultánea a la Revolución de 1917, en el ámbito social ruso: el intento de una ruptura total coincidía con la gran sorpresa del suprematismo.


Composición sumprematista, 1916


¿Te imaginas el efecto de eliminar, de pronto, de la pintura toda forma o figuración identificable tras siglos y siglos que habían existido precisamente para representar a la vida? A pesar de haber nacido ya en un mundo de abstracciones, siempre valoré enormemente la revolución de Malévich que prácticamente irrumpió presentando en una exposición el emblemático Cuadrado negro, una abstracción radical y provocadora, como síntesis del nuevo movimiento.


En el año 1994, la editorial Globus, que yo había creado con entrañables colegas, lanzó con un gran éxito mundial la colección Grandes Pintores del Siglo XX, formada por varias decenas de volúmenes individuales dedicados a los artistas más significativos del pasado siglo. El número 19 estaba dedicado a Malévich y José María Faerna, el extraordinario experto que dirigió toda la colección, no dudó en ilustrar la portada del volumen de Malévich con el provocador cuadrado negro.



La Fundación Mapfre presenta en su centro de Madrid desde el 9 de febrero la monográfica titulada De Chagall a Malévich, una magnífica selección de 90 obras de autores relacionados con Malévich e implicados directa o indirectamente en la epopeya revolucionaria que supuso el suprematismo como asalto a la modernidad.


 
 
 

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